miércoles, 16 de septiembre de 2009

Sobre Crónicas, Volumen 1, autobiografía de DYLAN.

Crónicas 1 de Bob Dylan es una bestia diferente, por muchas razones. La primera y más obvia es que Dylan escribió este libro, no es un dictado, ni una colaboración, es literatura. La segunda, que Dylan no elige el relato exhaustivo sino cierta introspección, reflejos, epifanías, diálogos de


madrugada, escenas callejeras: en Crónicas 1 hay muchos más estados de ánimo que hechos. La tercera, que Dylan está vivo y mira atrás desde un momento creativo singular, y se construye para los demás el relato de su vida que mejor le place.
Bob Dylan es, además, bastante más seco y distante que Cash y Ray Charles. Su posición en la cultura popular es muy distinta. Lo cual no quiere decir que revele menos. Sólo que es tan introvertido como siempre con respecto a las anécdotas que adornan su leyenda; y de la leyenda y de su pedestal como icono habla mucho, y se manifiesta harto; y cuando Dylan llega al hartazgo es temible: “La contracultura, fuera lo que fuese, ya me tenía harto. Me ponía enfermo el modo en que subvertían mis letras y extrapolaban su significado a conflictos interesados, así como el hecho de que me hubieran proclamado el Gran Buda de la Revuelta, El Sumo Sacerdote de la Protesta, Zar de la Disidencia, Duque de la Desobediencia, Líder de los Gorrones, Káiser de la Apostasía, Arzobispo de la Anarquía, el Pez Gordo. ¿De qué demonios hablaban? Eran títulos espantosos, en cualquier caso”.
Esta amargura llega en el capítulo titulado “New Morning”, el primero dedicado a un disco, y claramente no se trata de uno de sus trabajos más populares, porque Bob Dylan no quiere complacer, no tiene ganas de volver sobre lo que todo el mundo ha escrito y mitologizado, y quiere rescatar lo que para él fue importante, y este disco lo fue. Porque lo ayudó a despejar la tormenta de miedo y asco que le producían esos jóvenes y no tanto que querían meterse en su casa, que le invadían el patio y el techo, cuando vivía con su joven familia en Woodstock: “Luego empezaron a llegar radicales sin escrúpulos en busca del Príncipe de la Protesta: personajes de aspecto sospechoso, tipas que semejan gárgolas, espantajos y vagabundos con ganas de fiesta que saqueaban la despensa”. Lo ayudó también a disipar esas ganas intensas de que los críticos despreciaran su trabajo para que, por fin, la gente pudiera olvidarse de él. Dejarlo en paz. Dejarlo cambiar de piel sin una mirada clavada en la nuca. En muchos, muchísimos momentos de Crónicas Volumen 1, Bob Dylan mira por la ventana, buscando aire, luz, una imagen de la vida afuera, vuelos de pájaros al atardecer, un escape. Baja ventanillas de autos para que el viento le dé en la cara. Se sienta junto a la ventana con un café. Tiene que haber algo más allá de ese constante ruido que le invade la cabeza

2 comentarios:

hymen dijo...

Premio Novel ya

austerlitz50 dijo...

Por lo menos... El libro es excelente