lunes, 30 de abril de 2012

The Dark Knight Rises - Official Trailer #3 [HD]

DEAR PRUDENCE.


Prudence Farrow (en el extremo izquierda) en el ashram del Maharishi Mahesh Yogi, febrero de 1968 junto a Ringo Starr, su esposa Maureen y Jane Asher.

 Prudence Farrow estaba muy contenta. A los veinte años, había sido aceptada en un curso de dos meses de meditación trascendental en la comunidad espiritual del yogi Maharishi Mahesh, en Rishikesh, India. “Meditaba desde 1966, y estuve tratando de ingresar al curso durante todo 1967, así que fue un sueño hecho realidad”, recuerda hoy. Al llegar en febrero del ’68, junto a su hermana mayor, la actriz Mia Farrow, descubrió que entre sus compañeros estaban los Beatles, cuya búsqueda espiritual también los había llevado hasta la India. Sin hacer caso a las advertencias del Maharishi sobre los peligros de exagerar con su práctica, Prudence pasaba largas horas meditando sola en su chalet. “Todo el mundo estaba preocupado, porque se estaba volviendo loca. Así que fuimos a cantarle –recordó John Lennon–. Nos eligieron a George y a mí porque ella confiaría en nosotros. Había estado encerrada tres semanas y no salía, tratando de alcanzar a Dios antes que ningún otro. Esa era la competencia en India: quién llegaba primero a ser cósmico.” Compuesta por Lennon y el resto de los Beatles, la letra de “Dear Prudence” buscaba tentar a la joven Farrow apelando a su niña interior, especialmente en el estribillo: “¿No vas a salir a jugar?”. Según Paul McCartney, “John se sentó ante su puerta con su guitarra”. Pero Prudence no recuerda haber recibido una serenata por parte de Lennon. “Cuando se terminó el curso y nos estábamos yendo, George mencionó que me habían escrito una canción, pero no la escuché hasta que salió el disco. Me sentí halagada.” Al regresar a su hogar, en California, Prudence comenzó a trabajar en cine, como asistente de producción y coordinadora de arte. Concibió y coprodujo la película El monte de las viudas (1994), protagonizada por su hermana. También cursó estudios sobre el sur y sureste asiático en la Universidad de Berkeley. Mientras que Lennon denunció al Maharishi poco después de regresar de Rishikesh, acusando al gurú de haber intentado seducir a Mia, la devoción de Prudence hacia la meditación trascendental se mantuvo inmaculada, y es maestra de la disciplina desde hace más de 35 años.


miércoles, 18 de abril de 2012

CARTA DE UN ELEFANTE AL REY DE ESPAÑA.


CARTA DE UN ELEFANTE AL REY DE ESPAÑA

Señor Rey de España:

Soy un elefante de Botsuana, el país africano en el que me dicen que su Majestad ha estado recientemente para descansar de sus fatigas, cazándonos en un safari. Los elefantes somos mansos, aunque fieros cuando nos atacan. También nuestros dioses, los de la sabana, son dioses buenos, no vengativos, aunque sí celosos de sus habitantes.


Quizás por ello, han querido preservar su vida, importante para su país, aunque han querido advertirle con su caída y sus fracturas en el campamento desde donde salía para cazarnos, que sería mejor ya para su Majestad que ha vivido ya más de lo que vivimos uno de nosotros, dedicase su tiempo a otras cosas, en vez de venir a matarnos.


Por ejemplo a seguir a esa España que se está desmoronando económicamente, a ese 52% de jóvenes que sufren el aguijón del paro después de tantos años de estudios, o simplemente a disfrutar de ver a los animales correr y divertirse en su habitad natural, pero sin escopetas, con las manos vacías o llenas de flores.


Nosotros sabemos que no ha hecho nada ilegal viniendo y pagando muchos miles de euros para matar a uno de los nuestros. Se lo permiten las leyes de mi país. Para muchos, matar gratuitamente animales es como lo era antiguamente cazar a lazo a los negros o indios para esclavizarlos.


¿Pero basta que algo sea legal para realizarlo? Existen también las leyes del corazón, no escritas, las de los sentimientos humanos, que dicen por cierto que son superiores a los nuestros y existen ciertos ejemplos que un Rey debe ofrecer de su vida incluso privada.


Su Majestad, desde su primer discurso como Rey, afirmó que quería serlo de todos los españoles. Yo sé que en España hay aún mucha gente que no se importa de ver sufrir o morir a los animales y que hasta se divierte observándolo. Pero existen también millones, sobretodo de jóvenes, que aman a los animales, que quieren protegerles y conviven con ellos. A esos millones de españoles, no creo que les guste especialmente la imagen de su Rey llegando a esta África, que es nuestro territorio, escopeta al hombro, para distraerse disparándonos sin que podamos defendernos.


Nos han dicho, Majestad, que posee una de las mejores colecciones de escopetas de caza que existen. ¿Podemos hacerle una sugerencia? Haga de ellas un museo y anuncie a los españoles, que su Rey ya no va a matar a ningún animal y que los años que aún le queden de existencia- que le deseamos sean aún muchos más de los que nosotros vivimos, los va a dedicar a distraerse a favor de la vida y no de la muerte.



Sabemos que nosotros, los elefantes, como el resto de los animales, no tenemos derechos. Nacemos para ser cazados y muertos. Pero queremos recordarle que nosotros no hacemos mal a nadie. Somos sensibles y humildes y hasta nos parecemos a ustedes los Homo Sapiens. Dicen los zoólogos que somos de los pocos animales que respetamos a nuestros difuntos y de los pocos que saben reconocerse, como los humanos, en un espejo.


Es verdad que quizás para ustedes los humanos los elefantes seamos inútiles, no somos indispensables para nada, pero, no por ello deben tener el derecho de matarnos. También las monarquías hoy- y lo digo con todo el respeto- aparecen inútiles para muchos y no por eso se hace la caza a los reyes y reinas.


Y hablando de reinas, nos gustaría saber qué piensa su discreta y querida reina Sofía de su amor por la caza de elefantes. Ella como mujer y como madre, debe saber que en nuestra organización en la sabana, vivimos un reino matriarcal. Ellas, las elefantas, organizan y dirigen nuestra comunidad. Son madres amorosas, dan de mamar a sus hijos durante tres y hasta cinco años y sufren como ustedes los humanos cuando se los matan por capricho.


Por último nos gustaría que sus nietos y biznietos, Majestades, un día consiguieran divertirse sin necesidad de venir a África a cazarnos y arrancar nuestros colmillos de marfil para adornar los palacios reales con sus trofeos de muerte.


Quizás, ni queriendo podrán ya hacerlo porque quedamos sólo 30.000 elefantes en todo el mundo y al ritmo con el que nos matan, sus nietos ya no tendrán como hacerlo, porque habremos sido extintos. Tendrán que conformarse con cazar cucarachas que al parecer tienen un millón de años y resisten hasta a las radiaciones atómicas. Nosotros, no. Somos más grandes, pero más frágiles. Quizás por ello nos amen tanto los niños a los que les gusta divertirse con nosotros. Vivos, no muertos.


Sólo desearle, Majestad, en nombre de nuestros dioses, que se recupere pronto del susto que le hemos dado, que no era para matarle, sino para hacerle pensar que sería mejor para su Majestad, que a la hora de dejar este Planeta, los elefantes que aún estemos vivos, podamos llorar por usted en vez de alegrarnos por haber perdido a un verdugo.


Los vientos de la selva son misteriosos, Majestad. ¿ Por qué no nos regala sus escopetas en vida?

Con respeto y en nombre de todos los elefantes de Botsuana.